jueves, 28 de abril de 2011

Políticas públicas vintage y manu militare

Essalud teme su destrucción por propuesta de Ollanta Humala (Gestión 26/04/2011) / Essalud: “Plan de Humala será el fin de la seguridad social” (Perú 21 26/04/2011).

Los titulares de varios diarios de hoy coinciden en criticar, inclusive de manera sensacionalista, otra de las propuestas del plan de gobierno de Gana Perú, el mismo que según Ollanta Humala ya no inspira su discurso, como lo dijo el fin de semana Ciro Maguiña, un especialista asimilado recientemente al nacionalismo, va mutando (motivado por el afán de pretender moderarse buscando enamorar al centro del espectro político). La estatista propuesta de Gana Perú busca (ver pág. 183 de La Gran Transformación) “replantear la Ley de Aseguramiento Universal de Salud de modo que estimule la integración de Essalud y el SIS en un Sistema Nacional de Salud bajo responsabilidad del Minsa, que sea el encargado de la política de salud nacional”.

No deja de llamarnos la atención como tendemos a meter el pie en el mismo hueco dos veces, como mínimo. Nuestro país ya optó por políticas públicas que asignaban al Estado responsabilidades que iban mucho más allá de un análisis razonable de dónde habían fallas de mercado -que justifican la intervención del Estado en la teoría de políticas públicas del siglo XXI-, ignoraban las fallas de Estado -por ejemplo, que en ausencia de instituciones sólidas como en nuestro país, el egoísmo de los administradores públicos prevalecería-, no intentaban incorporar al mercado en la provisión de, por ejemplo, la salud dado lo anterior o la posibilidad de simular incentivos privados con políticas públicas. Ocurrió durante el desastre económico del Velascato. El programa de Gana Perú no está para nada inspirado en la teoría económica moderna. Resulta de la interacción de comunistas trasnochados, nacional socialistas y dizque “técnicos” que sin embargo, no pueden ni ir a una universidad a exponerse a las preguntas de los alumnos, sino que les tienen que mandar preguntas a los organizadores de antemano.

Para empezar, Gana Perú se debe referir a la política de salud pública en su plan. En segundo lugar, lo relevante es que los peruanos, especialmente los más pobres, prevengan las enfermedades y no se expongan, tardíamente, al desastroso sistema de salud pública peruano. Que se les cure en caso no se pudo prevenir. En tercer lugar, la participación del sector privado en la provisión de salud es bienvenida. En cuarto, se debe promover la competencia entre los proveedores de salud, incluyendo los públicos. Elaboraremos, brevemente, estas ideas.

Los peruanos, especialmente los más pobres, no actúan ante un problema potencial o concreto de salud hasta la última hora porque no tienen como pagarlo (ver gráfico 1), ni establecimientos de salud cercanos para atenderse preventivamente y porque la calidad de la atención, cuando la reciben, es paupérrima. En lenguaje de economista, hay problemas de demanda y oferta de salud, que conducen a un equilibrio precario en el que hay pérdidas agudas de capital humano. El principal mérito del Aseguramiento Universal de Salud es aspirar a que, particularmente los peruanos más humildes, tengan cómo financiar sus atenciones de salud (ver gráfico 2). Estamos de acuerdo con Gana Perú en que se deben integrar los sistemas de salud. Creemos que bajo Essalud, sin embargo, no Minsa. Bajo el esquema que nos parece razonable, Essalud debería eventualmente dejar de financiarse con contribuciones de la planilla, que conducen a que la intervención pública no esté bien focalizada como puede verse en el gráfico, para pasar a ser un impuesto más. Así, se podría priorizar el aseguramiento de los más pobres y dejar de financiar así sea S/. 1 del aseguramiento de los más ricos, que pasarían a adquirir seguros privados para cualquier contingencia (o por lo menos para todo lo que no sea catastrófico). Adicionalmente, habría que promover la competencia en la provisión del servicio, alentando a operadores privados a que cumplan las condiciones del sistema o recurriendo a Alianzas Público Privadas para la construcción y administración de centros de salud. Finalmente, se debería promover competencia entre los establecimientos de salud públicos, utilizando indicadores de desempeño y otras herramientas de Gestión por Resultados para evaluar cuál es más eficiente en, por ejemplo, la atención de determinadas enfermedades. El centro más eficiente recibirá más recursos. Los más ineficientes serán reorganizados. ¡Bienvenidos al siglo XXI, “técnicos” de Gana Perú!

miércoles, 6 de abril de 2011

América Latina: ¿Está preparada para el envejecimiento de su población?

  • Informe aconseja que la región se prepare para la “revolución de las canas” debido a que el rápido envejecimiento de la población ya no es un fenómeno solo de los países ricos.
  • Se espera poner a disposición del sector privado créditos de US$250 millones.
  • Recomiendan establecer sistemas de salud más sólidos, retrasar la edad jubilatoria, reformar los sistemas de pensión y crear más puestos de trabajo para mujeres a fin de ampliar la fuerza laboral.
28 de marzo de 2011— El envejecimiento de la población es un problema mundial que afecta a un número cada vez más grande de países en todo el mundo, especialmente en un momento en que el apoyo familiar y otras redes de protección tradicionales se volvieron mucho menos seguros tras la crisis económica mundial.

En América Latina, por ejemplo, la esperanza de vida aumentó 22 años en los últimos 50 años y en su población predominan actualmente los adultos en edad laboral y que tienen muchos menos hijos. La región enfrenta la perspectiva de un rápido envejecimiento.

Un nuevo informe de la Red de Desarrollo Humano del Banco Mundial advierte que los gobiernos y las comunidades de la región no pueden permitirse caer en la complacencia con respecto a la “revolución de las canas”, dado que los próximos 50 años serán muy diferentes al último medio siglo.

Según el informe, titulado Population Aging: Is Latin America Ready? (i) (Envejecimiento de la población: ¿Está preparada América Latina?), el crecimiento económico de la región será más complicado en aquellas naciones con muchos ancianos y satisfacer las necesidades de atención de la salud, de pensiones y otras será especialmente difícil para los países de ingreso bajo y mediano. El establecimiento de políticas e instituciones adecuadas para adaptarse a los poderosos cambios demográficos será fundamental para salvaguardar el futuro social y económico de la región, dice la publicación.

“Los países de la para la Cooperación y el Desarrollo Económicos(OCDE) se acostumbraron a la idea del rápido envejecimiento durante los decenios anteriores como resultado del menor tamaño de las familias, la mejor salud, más dinero y una vida más prolongada, todo lo cual ha sido una enorme ventaja social”, señala Daniel Cotlear, coautor del informe y economista principal de la Red de Desarrollo Humano del Banco Mundial.

“Sin embargo, debería preocuparnos que el rápido envejecimiento ya no sea un fenómeno de los países ricos y que muchas naciones más pobres lo estén experimentando pero en gran parte sin el dinero y la planificación anticipada para enfrentar los desafíos sociales y económicos de este profundo cambio”, agrega.

Cambios demográficos
Cotlear dice que la composición demográfica de América Latina y el Caribe (ALC) ha cambiado extraordinariamente desde la década de 1950. En ese momento, la región tenía una pequeña población de alrededor de 160 millones de personas, inferior a la actual de Brasil. Dos tercios de los habitantes vivían en el campo.

Las familias eran numerosas y las mujeres tenían una de las tasas de fertilidad más altas del mundo, un bajo nivel de educación y pocas oportunidades laborales fuera del hogar. Las inversiones en salud y educación llegaban apenas a una pequeña fracción de los niños, muchos de los cuales morían antes de cumplir 5 años.
En la actualidad, la población de la región se ha triplicado y la mayoría de los habitantes vive en ciudades. Muchos menos menores mueren a causa de enfermedades gracias a los avances en salud y educación y nace un 50% menos de bebés como resultado de que las mujeres aprovechan la educación y la mayor cantidad de oportunidades para trabajar fuera del hogar.

En consecuencia, el cambio demográfico en ALC durante el siglo XXI estará marcado por el rápido envejecimiento de la población. Esta tendencia puede ser observada en países con abundante inmigración europea, que fueron los primeros que iniciaron la transición demográfica a comienzos del siglo XX y que también cuentan con los sistemas de seguridad social más extendidos.

El resto de la región seguirá beneficiándose de una disminución de la tasa de dependencia por unos pocos años más, pero luego enfrentará también un rápido envejecimiento, dice Cotlear. Este proceso no tomará un siglo como en Europa; se llevará a cabo en dos o tres décadas. A nivel mundial, la cuarta parte de los países que está envejeciendo más rápidamente se encuentra en ALC.

Se necesita un “nuevo programa social”
“Este libro describe las cuestiones que nos obligan a crear un nuevo programa social para América Latina que debe incorporar ahora los desafíos del creciente envejecimiento de la población”, dice Alejandro Toledo, ex presidente de Perú, en una nota escrita a los autores del informe del Banco. “Los gobiernos y el sector privado deben aprender a equilibrar las demandas planteadas por una población de ancianos que crece rápidamente al tiempo que siguen invirtiendo en la educación de la juventud y las necesidades de los pobres”.

¿Cómo pueden los gobiernos manejar el inevitable envejecimiento de sus poblaciones más pequeñas? Cotlear dice que pensiones o pobreza no son las únicas opciones: “Es necesario que comprendamos el ciclo de la vida económica, trabajo e ingresos de los ancianos, apoyo familiar, género y también el costo de la atención de la salud de los ancianos. A largo plazo, la cobertura de las jubilaciones debe extenderse a más personas, en especial a quienes trabajan en el mercado laboral informal donde simplemente no rigen las normativas y protecciones gubernamentales”.

En el documento se recomienda a los países y las comunidades desarrollar una serie de políticas que respalden una vida larga y productiva para sus trabajadores y mantengan a los ancianos saludables y móviles todo el tiempo posible.

Por ejemplo, serán fundamentales los sistemas de atención sanitaria que puedan brindar a las personas de la tercera edad una vida sana y servicios de salud primarios adecuados. Esto es especialmente importante debido a que la diabetes, la obesidad, las dolencias cardíacas y otras enfermedades no transmisibles atacan predominantemente a los ciudadanos en la mediana edad y mayores y pueden ser una fuente de dificultades financieras al verse obligadas a pagar su propio tratamiento.

En lugar de jubilarse a los 60 años de edad, los trabajadores podrían esperar hasta mucho después para abandonar la fuerza de trabajo como lo hacen en Singapur y algunos países de la Unión Europea, recomienda el informe. Los gobiernos pueden ofrecer programas de educación permanente para personas de entre 50 y 60 años y deben considerar la promulgación de leyes contra la discriminación por edad.

Otra opción política es atraer a más mujeres al mercado laboral; es posible que los países con menos empleadas femeninas fuera del hogar tengan que ampliar su fuerza de trabajo en el contexto del envejecimiento de la población. La publicación recomienda también la reforma continuada de los sistemas de pensiones, especialmente para los países que buscan aumentar el ahorro vitalicio.

El presidente del Grupo del Banco Mundial, Robert B. Zoellick, analizará esta semana en París las repercusiones del envejecimiento en el desarrollo mundial cuando participe en el Foro Mundial sobre la Longevidad para explorar mejor las dimensiones sociales y económicas de las personas que viven más años.

Mejora descentralizada en los ingresos del trabajo y disminución en la desigualdad

En la década del 2000, la economía peruana creció a una tasa promedio anual por encima del 5%, un hito que no alcanzaba desde la década de 1960. Este crecimiento ha proporcionado las condiciones para mejorar las oportunidades de ingreso de los 14´757,700 personas ocupadas en todo el país. (Gestión 31/03/2011)

Ayer señalamos que la población adecuadamente empleada se incrementó notablemente en todas las regiones en el período 2001-2009 (CD 31/03/2011), según un reciente informe del INEI. Hoy podemos resaltar, documento en mano, que los ingresos por trabajo han aumentado 5.3% en promedio anual durante el mismo período y que además se han reducido las brechas de ingreso entre los trabajadores de más altos y más bajos ingresos.

En general los ingresos han aumentado considerablemente, pero hay diferencias muy grandes entre las regiones (con aumentos entre 15.3% y 102.4% en todo el periodo). Con el objetivo de medir el cambio en la capacidad adquisitiva de los ingresos, comparamos los incrementos de ingresos en cada región con la variación de los precios al consumidor a nivel nacional durante el mismo período (23.6%). De ese modo, salvo en Lambayeque, concluimos que la capacidad adquisitiva de los trabajadores se habría incrementado, puesto que los ingresos crecieron en bastante mayor proporción que los precios (ver gráfico 1). Las cifras demuestran que, a pesar de las diferencias en resultados regionales, en la última década el crecimiento económico ha sido realmente descentralizado y ha llegado a la gran mayoría de trabajadores.

En el gráfico, llama la atención la impresionante diferencia entre los aumentos de ingresos en La Libertad, la región en que más crecieron, y en Lambayeque, la región en que menos crecieron. Si bien estamos seguros que también hay otros importantes factores en juego, parecería que una parte importante de la explicación es la tremenda diferencia que ha existido entre el desarrollo exitoso de la mayoría de las azucareras de La Libertad y el beneficio que esto ha reportado a la región y el lamentable e histórico desperdicio de oportunidades por parte de las mayores azucareras de Lambayeque, gracias a la protección que la Ley
Oviedo ha dado por tantos años a quienes las saquean.

Otro tema que vale la pena resaltar es que, en el mismo periodo (2001-2009), las brechas de ingreso entre los más pobres y los más ricos se han reducido. A nivel nacional, los ingresos del quintil más pobre (quintil I, o el 20% más pobre de la población) subieron en 93.2% mientras que los del 20% más rico (quintil V) aumentaron en 50.3%. Debido a estos incrementos diferenciados, mientras que en el 2001 el salario de los más pobres representaba el 16.3% del salario del quintil más rico; en el 2009 este porcentaje aumentó a 21.0%. Cabe destacar que mientras este porcentaje no mejoró en el ámbito urbano al pasar de 25.9% a 25.0%, sí mejoró fuertemente para los trabajadores rurales, pasando de 30.2% a 42.0%. Estos resultados señalan que a pesar que los ingresos son más bajos dentro del área rural, las diferencias dentro de la misma se vienen reduciendo y marcando la tendencia a nivel nacional. Cabe señalar que esta mayor reducción de la desigualdad en los ingresos para los trabajadores rurales se mantiene al comparar los quintiles I y II (los más pobres), con los quintiles IV y V (los más ricos). Es decir, que aunque los pobres siguen ganando menos que los ricos, la diferencia, entre los ingresos de ambos, es bastante menor (ver gráfico 2). Esto se asocia, entre otros factores, a reducciones en las diferencias de ingresos entre los menos y los más educados.

Mientras que en el 2001, el ingreso de los trabajadores menos educados, con al menos primaria, representaba el 27.8% de los trabajadores con educación superior, este porcentaje pasó a 32.1% en el 2009. Esta mejora a nivel nacional se vio impulsada por el ámbito rural donde el indicador paso de 32.1% a 49.8%. De este modo, los ingresos de los menos educados se van incrementando a tasas mayores que los ingresos de los trabajadores con educación superior. Podemos explicar este fenómeno desde dos frentes: (i) según la información del INEI, los sectores con mayor aumento de su ingreso promedio entre el 2001 y 2009 fueron pesca (8.6% promedio anual), agricultura (7.5% promedio anual) y construcción (6.7% promedio anual), justamente aquellos sectores que requieren, en su mayoría, trabajadores menos calificados. (ii) Las cifras señalarían además bajos retornos a la educación superior no universitaria que según estudios del tema (Retornos a la educación superior en el mercado laboral: ¿vale la pena el esfuerzo?) reflejarían por un lado, la baja calidad que en promedio tiene la educación superior y por otra, las grandes diferencias entre lo que las instituciones educativas ofrecen y lo que las empresas demandan. Por ello, siguen siendo relevantes iniciativas de capacitación como ProJoven que permiten un intercambio más fluido entre la oferta y demanda laboral.